Al fin se sabe (¿?) lo que pasó
Había que borrar y empezar de nuevo. Volver a la original “Planeta de los simios” de 1968 y hacer una “precuela”, olvidando las cuatro secuelas entre 1970 y 1973, la serie de TV y hasta la remake de Tim Burton de 2001. La 20th Century Fox es dueña de los derechos de la novela de Pierre Boulle y piensa seguir explotándolos mientras el público aguante. No le fue bien con la película de Burton, que mejoraba el maquillaje de los simios pero caía en un final que quería ser irónico y resultaba caótico. ¿Cómo hacer para revertir ese fracaso?
Hace más de cuarenta años, los actores disfrazados de simios parecían bastante convincentes, pero la primitiva técnica de maquillaje envejeció muy rápido y hoy resulta difícil de digerir. Claro que la película de Franklin J. Schaffner tenía otros motivos de interés porque en 1968 ni siquiera había llegado el primer viaje tripulado a la Luna y aquellos astronautas capitaneados por Charlton Heston caían en un planeta desconocido dominado por monos inteligentes, parlantes (en inglés, of course) y muy autoritarios, que tenían a los humanos como esclavos mudos e idiotizados. Luego venía el gran final (uno de los mejores en la historia del cine), con la horrible revelación: la nave había caído en la Tierra luego de una extraña pirueta en el tiempo, más de mil años después de la partida y con la raza humana como responsable de haber provocado una hecatombe apocalíptica.
Lo que resta saber ahora es cómo pudo ocurrir esa espantosa catástrofe que convirtió a los hombres prácticamente en zombies y elevó a los simios a la dominación planetaria. Las secuelas del filme de 1968 inventaron cualquier cosa pero terminaron con la vuelta de los simios inteligentes a la época actual ya con el planeta condenado, porque había explotado en la segunda entrega (“Bajo el planeta de los simios”). Eso explicaba que fueran ellos mismos los que originaran su supremacía futura, pero nada aclaraba en cambio en qué momento se habían vuelto inteligentes, porque eso resultaba del truco de traerlos hacia atrás en el tiempo, obviando una evolución que se hacía innecesaria.
Ahora, desde el mismo título “El planeta de los simios: (r)evolución”, se busca una explicación más ¿lógica? y para ello hubo que trasladar la acción a nuestros días y proponer que un científico que trabaja para una gran empresa farmacológica (James Franco) está experimentando una cura para el Alzheimer con la droga ALZ 112 que proporciona a chimpancés cuya inteligencia se ve así estimulada. La urgencia del médico es mejorar la deplorable condición mental de su padre (John Lithgow), un hombre otrora brillante que empeora día a día. Un accidente en el laboratorio hace que se clausure la investigación, por lo que el científico se lleva a su casa un chimpancé cachorro y sigue operando su invento en forma clandestina.
Los años pasan, el viejo recupera sus facultades, el animal crece como mascota (o como hijo) pero también crece su inteligencia, por lo que lo único que le falta es hablar. Basta imaginar lo que sigue, que no es muy original: algo sale mal y las cosas se complican, lo que incluye villanías inhumanas de cierta gente y sentimientos muy humanos de solidaridad entre los monos, porque hay muchos en cautiverio y lo único que necesitan es un líder. La rebelión se pone en marcha, pero de ahí a que se explique cómo se llegó a la extrema situación que mostraba “El planeta de los simios” hay un largo trecho. Se supone que habrá secuelas que lo muestren y el camino queda abierto.
Lo verdaderamente asombroso de esta nueva versión es el trabajo de animación efectuado sobre actores reales que digitalmente se han convertido en simios. Hay escenas de masas, donde miles de monos toman el Golden Gate de San Francisco, que hay que verlas para creerlas. No se usó ningún animal de verdad en la filmación: todo es computarizado. Tampoco se trata de gente disfrazada, como en la película de Tim Burton. El realismo es extremo, pero también tiene sus trucos: el mismo actor (Andy Serkis) que hacía de Gollum en “El señor de los anillos” y de King Kong (ambas de Peter Jackson) es el que presta sus ojos para el personaje de César, el chimpancé inteligente. Su expresión es tan conmovedora que resulta sin lugar a dudas el mejor actor del reparto.
Porque James Franco sigue tan ausente como en la ceremonia del Oscar, los demás personajes son estereotipos y Freida Pinto (que está ahí para posar de interés romántico) es una figura decorativa. Por suerte todo está movido con suma fluidez por el director Rupert Wyatt, que en ciertos momentos logra dotar de renovados bríos a esta historia tan manoseada. Pero es un triunfo de la técnica, más que otra cosa. Una técnica brillante, eso sí, con un personaje que se lleva toda la atención en forma excluyente sin siquiera mostrar la cara.
“El planeta de los simios: (r)evolución” (“Rise of the Planet of the Apes”). EEUU, 2011. Dirigida por Rupert Wyatt. Escrita por Rick Jaffa y Amanda Silver. Con James Franco, Andy Serkis, Freida Pinto, John Lithgow, Brian Cox, Tom Felton. Duración: 105 minutos.
Publicada originalmente en el semanario Búsqueda, Montevideo, Uruguay la primera semana de setiembre 2011
TRAILER
HORARIOS Y SALAS
ARGENTINA
Abasto
Bahía Blanca
Centro
Chaco
Córdoba Centro
Corrientes
Cosquín
La Plata
Las Heras
Mar Del Plata
Mendoza
Rivadavia
Rosario
San Juan
Santiago Del Estero
Tucumán
Zona Norte Gran Bs. As.
Zona Oeste Gran Bs. As.
Zona Sur Gran Bs. As.
Fuente: www.lanacion.com.ar
URUGUAY
Fuente: www.cartelera.com.uy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario