"Hemos
gastado billones de dólares en una guerra inefectiva que, sólo en México, dejó
más de 60.000 muertos en los últimos seis años; millones que deberían haberse
invertido en hospitales, colegios, viviendas para los más pobres y generación
de empleo"
Manuel Santos, presidente de Colombia
Hay una enorme confusión, sobre todo a nivel semántico, de lo
que significa "liberalismo". Suele ser interpretado como una
ideología volcada a la derecha y hasta suele mezclarse con facilidad el
liberalismo político (respeto a las libertades ciudadanas e individuales
-libertad de expresión, asociación, reunión-, existencia de una constitución
inviolable que determina los derechos y deberes de ciudadanos y gobernantes;
separación de poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- y el derecho al
voto) y el
económico (no intervención del estado en las cuestiones sociales, financieras y
empresariales), que quedó asociado por mérito propio con el "fin de la
historia" (tesis anacrónica e históricamente demostrada como falaz, escrita
luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 por un japonés llamado Fukuyama,
que se creyó un groso como Hegel y habló del fin de las ideologías y la
victoria final del capitalismo de mercado occidental. Se ha vuelto una biblia
neo-conservadora, neo-liberal y hasta liberal-libertaria -que no se consideran
ni conservadores ni neo-liberales pero en lo económico piensan exactamente
igual con respecto al estado y su intervención en la economía).
Según
Fukuyama "(...)en el fin de la historia
no es necesario que todas las sociedades se conviertan en exitosas sociedades
liberales sino que terminen sus pretensiones ideológicas de representar
diferentes y más altas formas de la sociedad humana".
En Argentina, los últimos 12
años han sido muy liberales en lo político, mas allá de que desde tiendas
oficialistas lo llamen "progresismo" o "proyecto nacional y
popular" (que en sí, no encierra ninguna definición ideológica y en
realidad las contiene a todas, en un nuevo "ni izquierda ni derecha, tercera
posición" que nos empezó a hacer mucho ruido en estas épocas de campaña).
Pero es, sí, liberalismo. Ampliar derechos individuales, permitir que todo el
mundo se exprese como le parece despenalizando las calumnias e injurias que
escriben con mucha asiduidad los periodistas militantes de la oposición (que se
auto adjudican el sayo "independiente" cuando de independientes no
tienen absolutamente nada), las leyes de ampliación de derechos para minorías. Ese
liberalismo social se opone al conservadurismo tradicional católico (que es
liberal en lo económico -porque le conviene- y profundamente conservador en lo
político y en lo social), o al menos lo hacía hasta la llegada de Francisco al
Vaticano. Pero sabe que el Estado no debe desentenderse de la economía, de
lo contrario el mercado se apodera de la misma y, ya sabemos, el zorro
custodiando a las gallinas no es la mejor idea, por mas que muchos
"gurúes" de la derecha argentina (los economistas como Melconián,
Broda o Espert, que forman parte del think tank del partido neo-liberal PRO, que representa los ideales clásicos de la derecha nacional) pretenden un capitalismo "lassez faire" violento,
donde el Estado funcione como una cancillería y nada mas y deje, por ejemplo, de invertir 5 puntos del PBI en pagarle la jubilación a los 3 millones de incorporados por medio de una moratoria, que
durante años fueron saqueados por empresarios privados que se quedaban con sus
aportes y después llaman "chorros" a los políticos -que no piensan
como ellos, claro está- mientras engrosan sus cuentas bancarias en el exterior
fugando capitales y evadiendo impuestos, insistan en que es "el
camino". La política económica de este gobierno, si bien capitalista de
mercado, se aleja muchísimo de la ortodoxia liberal y lucha por deconstruir
muchas de sus "verdades impuestas" al discutir sobre inflación, poder
adquisitivo, nivel de vida, redistribución del ingreso, etc.
Dicho esto y yendo ahora al
grano, resultan muy inquietantes algunas manifestaciones de candidatos y/o
cuadros de relevancia del FpV (que nosotros llamamos "kirchnerismo" a
secas, pero que cada vez se va pareciendo mas al "peronismo" a secas)
con respecto a, por ejemplo, la despenalización del consumo de drogas.
Justamente en el día de ayer, el presidente del bloque de diputados de la
fuerza oficialista en la Provincia de Buenos Aires escribió este inquietante (y
confuso, y contradictorio) mensaje en su muro de Facebook:
"Drogas
No comparto la despenalización
del consumo. Pero vincularlo al narcodelito es desconocimiento o mala fe.
Drogas, violencia y Estado
Más que decir y chicanear, hay que hacer con seriedad y responsabilidad.
Lo que está en juego cuando hablamos de consumo y violencia es el destino de
nuestros hijos y nietos. Y el de la sociedad toda.
A los delincuentes, cárcel. A los adictos, atención y cuidado. Sin una política
estatal de prevención, todo es mucho más difícil.
Para algunos es más cómodo agarrársela con los que consumen drogas que caerles
a los delincuentes. La hipocresía no ayuda a resolver estos temas."
¿En qué quedamos, entonces? No comparte la despenalización del consumo (o sea,
no se opone a que los pibes sean encarcelados y abusados institucionalmente por
fumarse un porrito o tener su plantita en la casa) pero después manda la
diatriba "progresista" de la lucha contra el narcotráfico y encima
cierra con una reflexión hipócrita sobre la hipocresía. Un derrape completo, pleno, irreversible. Aclaramos que le
tenemos mucho respeto a Navarro y al Movimiento Evita (cuya postura con
respecto a este y otros temas desconocemos e imaginamos estarán sujetas a
fuerte debate interno) pero debemos advertirles que el Chino da una definición
totalmente coherente con el conservadurismo católico y que hay un extrañísimo
viraje a esas posturas por parte del oficialismo desde el entronamiento de
Bergoglio como Papa (así como un viraje en las opiniones y posturas de varios
cuadros relevantes con respecto a esa figura) y desde la elección a dedo de la
candidatura de Daniel Scioli para formar una "fórmula de unidad". Esa
postura choca de frente con políticas que ha impulsado este gobierno
(matrimonio igualitario, identidad de género y otras medidas netamente
"liberales") y lo acerca a posiciones mas bien de derecha,
conservadoras, autoritarias. Entonces... ¿Qué tipo de liberalismo nos espera
con Scioli presidente? ¿Mudará de lo político a lo económico? Ya lo dijo Héctor
Magnetto en una nota publicada en "Anfibia" como adelanto del libro
biográfico de Martin Sivak: "La guerra con el gobierno termina en
diciembre, mas allá de que gane el oficialismo". Tomá p'a vos.
Pero... ¿Qué "corpo" es mas poderosa y peligrosa que el narcotráfico
en el mundo, si tiene estados propios que funcionan bajo su lógica? ¿La fuerza
"progresista" que representa a la centro-izquierda (porque la
"izquierda" argentina es generalmente -con excepciones ciertas y
respetables-, intransigente, con poca o nula vocación de gobernar algo mas que
la fotocopiadora de la facu) liberal -si, aunque les duela seguiremos usando
ese término a menos que alguno de los politólogos que conocemos y apreciamos nos
corrija con sólidos argumentos- no tiene una posición tomada al respecto
todavía, cuando estamos a días de la Primarias Abiertas Simultáneas y
Obligatorias? ¿Un cuadro de la relevancia de Navarro puede -al contrario de lo
que hizo, por ejemplo, el ministro de economía y candidato a diputado por la
CABA, Axel Kiciloff, que prefirió no exponer su pensamiento personal sobre la
despenalización del aborto en un programa de TV por considerarla una discusión
abierta puertas adentro del movimiento- manifestar una incongruencia de este
tenor en las redes sociales generando un enorme rechazo (basta leer los
comentarios en su post) de propios y ajenos? ¿Que un cuadro de su relevancia
inicie debates a través de estos medios, privilegiando su opinión
personal, ayuda a la "unidad" o mas bien todo lo contrario?
Para combatir el narcotráfico hay que terminar con la ilegalidad del producto y
del consumo del mismo. Lo sabemos desde la ley seca yanqui. La ilegalidad
genera tráfico ilegal y ganancias exorbitantes para unos pocos, mientras sigue
destruyendo el tejido social en las clases mas vulnerables. No veo en la
postura de Navarro voluntad de cambiar ningún paradigma al respecto. Y eso, mas
que molestar, preocupa mucho. Muchísimo.
Gabriel Costa Ferraro