1 de agosto de 2015

¿El progresismo conservador?

"Hemos gastado billones de dólares en una guerra inefectiva que, sólo en México, dejó más de 60.000 muertos en los últimos seis años; millones que deberían haberse invertido en hospitales, colegios, viviendas para los más pobres y generación de empleo" 

Manuel Santos, presidente de Colombia



Hay una enorme confusión, sobre todo a nivel semántico, de lo que significa "liberalismo". Suele ser interpretado como una ideología volcada a la derecha y hasta suele mezclarse con facilidad el liberalismo político (respeto a las libertades ciudadanas e individuales -libertad de expresión, asociación, reunión-, existencia de una constitución inviolable que determina los derechos y deberes de ciudadanos y gobernantes; separación de poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- y el derecho al voto) y el económico (no intervención del estado en las cuestiones sociales, financieras y empresariales), que quedó asociado por mérito propio con el "fin de la historia" (tesis anacrónica e históricamente demostrada como falaz, escrita luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 por un japonés llamado Fukuyama, que se creyó un groso como Hegel y habló del fin de las ideologías y la victoria final del capitalismo de mercado occidental. Se ha vuelto una biblia neo-conservadora, neo-liberal y hasta liberal-libertaria -que no se consideran ni conservadores ni neo-liberales pero en lo económico piensan exactamente igual con respecto al estado y su intervención en la economía).

Según Fukuyama "(...)en el fin de la historia no es necesario que todas las sociedades se conviertan en exitosas sociedades liberales sino que terminen sus pretensiones ideológicas de representar diferentes y más altas formas de la sociedad humana"

En Argentina, los últimos 12 años han sido muy liberales en lo político, mas allá de que desde tiendas oficialistas lo llamen "progresismo" o "proyecto nacional y popular" (que en sí, no encierra ninguna definición ideológica y en realidad las contiene a todas, en un nuevo "ni izquierda ni derecha, tercera posición" que nos empezó a hacer mucho ruido en estas épocas de campaña). Pero es, sí, liberalismo. Ampliar derechos individuales, permitir que todo el mundo se exprese como le parece despenalizando las calumnias e injurias que escriben con mucha asiduidad los periodistas militantes de la oposición (que se auto adjudican el sayo "independiente" cuando de independientes no tienen absolutamente nada), las leyes de ampliación de derechos para minorías. Ese liberalismo social se opone al conservadurismo tradicional católico (que es liberal en lo económico -porque le conviene- y profundamente conservador en lo político y en lo social), o al menos lo hacía hasta la llegada de Francisco al Vaticano. Pero sabe que el Estado no debe desentenderse de la economía, de lo contrario el mercado se apodera de la misma y, ya sabemos, el zorro custodiando a las gallinas no es la mejor idea, por mas que muchos "gurúes" de la derecha argentina (los economistas como Melconián, Broda o Espert, que forman parte del think tank del partido neo-liberal PRO, que representa los ideales clásicos de la derecha nacional) pretenden un capitalismo "lassez faire" violento, donde el Estado funcione como una cancillería y nada mas y deje, por ejemplo, de invertir 5 puntos del PBI en pagarle la jubilación a los 3 millones de incorporados por medio de una moratoria, que durante años fueron saqueados por empresarios privados que se quedaban con sus aportes y después llaman "chorros" a los políticos -que no piensan como ellos, claro está- mientras engrosan sus cuentas bancarias en el exterior fugando capitales y evadiendo impuestos, insistan en que es "el camino". La política económica de este gobierno, si bien capitalista de mercado, se aleja muchísimo de la ortodoxia liberal y lucha por deconstruir muchas de sus "verdades impuestas" al discutir sobre inflación, poder adquisitivo, nivel de vida, redistribución del ingreso, etc.

Dicho esto y yendo ahora al grano, resultan muy inquietantes algunas manifestaciones de candidatos y/o cuadros de relevancia del FpV (que nosotros llamamos "kirchnerismo" a secas, pero que cada vez se va pareciendo mas al "peronismo" a secas) con respecto a, por ejemplo, la despenalización del consumo de drogas. Justamente en el día de ayer, el presidente del bloque de diputados de la fuerza oficialista en la Provincia de Buenos Aires escribió este inquietante (y confuso, y contradictorio) mensaje en su muro de Facebook:

"Drogas
No comparto la despenalización del consumo. Pero vincularlo al narcodelito es desconocimiento o mala fe.
Drogas, violencia y Estado
Más que decir y chicanear, hay que hacer con seriedad y responsabilidad.
Lo que está en juego cuando hablamos de consumo y violencia es el destino de nuestros hijos y nietos. Y el de la sociedad toda. 
A los delincuentes, cárcel. A los adictos, atención y cuidado. Sin una política estatal de prevención, todo es mucho más difícil.
Para algunos es más cómodo agarrársela con los que consumen drogas que caerles a los delincuentes. La hipocresía no ayuda a resolver estos temas."


¿En qué quedamos, entonces? No comparte la despenalización del consumo (o sea, no se opone a que los pibes sean encarcelados y abusados institucionalmente por fumarse un porrito o tener su plantita en la casa) pero después manda la diatriba "progresista" de la lucha contra el narcotráfico y encima cierra con una reflexión hipócrita sobre la hipocresía. Un derrape completo, pleno, irreversible. Aclaramos que le tenemos mucho respeto a Navarro y al Movimiento Evita (cuya postura con respecto a este y otros temas desconocemos e imaginamos estarán sujetas a fuerte debate interno) pero debemos advertirles que el Chino da una definición totalmente coherente con el conservadurismo católico y que hay un extrañísimo viraje a esas posturas por parte del oficialismo desde el entronamiento de Bergoglio como Papa (así como un viraje en las opiniones y posturas de varios cuadros relevantes con respecto a esa figura) y desde la elección a dedo de la candidatura de Daniel Scioli para formar una "fórmula de unidad". Esa postura choca de frente con políticas que ha impulsado este gobierno (matrimonio igualitario, identidad de género y otras medidas netamente "liberales") y lo acerca a posiciones mas bien de derecha, conservadoras, autoritarias. Entonces... ¿Qué tipo de liberalismo nos espera con Scioli presidente? ¿Mudará de lo político a lo económico? Ya lo dijo Héctor Magnetto en una nota publicada en "Anfibia" como adelanto del libro biográfico de Martin Sivak: "La guerra con el gobierno termina en diciembre, mas allá de que gane el oficialismo". Tomá p'a vos. 
Pero... ¿Qué "corpo" es mas poderosa y peligrosa que el narcotráfico en el mundo, si tiene estados propios que funcionan bajo su lógica? ¿La fuerza "progresista" que representa a la centro-izquierda (porque la "izquierda" argentina es generalmente -con excepciones ciertas y respetables-, intransigente, con poca o nula vocación de gobernar algo mas que la fotocopiadora de la facu) liberal -si, aunque les duela seguiremos usando ese término a menos que alguno de los politólogos que conocemos y apreciamos nos corrija con sólidos argumentos- no tiene una posición tomada al respecto todavía, cuando estamos a días de la Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias? ¿Un cuadro de la relevancia de Navarro puede -al contrario de lo que hizo, por ejemplo, el ministro de economía y candidato a diputado por la CABA, Axel Kiciloff, que prefirió no exponer su pensamiento personal sobre la despenalización del aborto en un programa de TV por considerarla una discusión abierta puertas adentro del movimiento- manifestar una incongruencia de este tenor en las redes sociales generando un enorme rechazo (basta leer los comentarios en su post) de propios y ajenos? ¿Que un cuadro de su relevancia inicie debates a través de estos medios,  privilegiando su opinión personal, ayuda a la "unidad" o mas bien todo lo contrario?

Para combatir el narcotráfico hay que terminar con la ilegalidad del producto y del consumo del mismo. Lo sabemos desde la ley seca yanqui. La ilegalidad genera tráfico ilegal y ganancias exorbitantes para unos pocos, mientras sigue destruyendo el tejido social en las clases mas vulnerables. No veo en la postura de Navarro voluntad de cambiar ningún paradigma al respecto. Y eso, mas que molestar, preocupa mucho. Muchísimo.

Gabriel Costa Ferraro

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