27 de julio de 2015

El trovador de la selva


Que Ian Anderson, fundador y líder de Jethro Tull, banda británica de gran importancia durante los años 1970 y con mas de 30 de carrera a cuestas, es uno de los mejores compositores de su generación no es novedad. Sus primeras composiciones con esa banda, a pesar de estar muy influenciadas por el blues (en parte debido a que el primer guitarrista del grupo, Mick Abrahams, no estuviera avocado a otros estilos) ya demostraban el interés de Anderson por explorar raíces de su cultura, mas precisamente música celta y folklore tradicional. Con el paso de los años (y el ingreso, ya para el segundo disco, del multifacético Marin "Lancelot" Barre) esas inquietudes se fueron plasmando en su obra. Así, a fines de la década de 1970, Jethro Tull había pasado por el hard-rock (To Cry You a Song, de Benefit, 1970; Aqualung y Locomotive Breathe, de Aqualung, 1971) y el art-rock progresivo (Thick as a Brick, 1972; A Passion Play, 1973). Con Minstrel in the Gallery (1975) la fusión de folk y rock alcanzó su aleación perfecta. Ya era indistinguible una cosa de la otra. Eso no deja de ser un gran punto a favor para una banda que se re-transformó a sí misma durante toda esa década creando un estilo muy personal en la sutileza de los arreglos, el inconfundible sonido de la flauta traversa (mal) ejecutada como sólo Ian Anderson podía hacerlo y el virtuosismo de los músicos que lo acompañaron (los bateristas Clive Bunker y Barrimore Barlow, el pianista John Evan, los bajistas Glenn Cornick y Jeffrey Hammon fueron alternando en los primeros años), entre otras cosas, hicieron de Jethro Tull una de las bandas más grandes del mundo en su época. Y Anderson fue el alma mater de este fenómeno. Muchos, incluso, aún creen que su nombre es Jethro Tull, ignorando que éste es nada más (ni nada menos) que un agricultor inglés del siglo XVIII, inventor del arado, a quien el representante del grupo usurpó su nombre.


Con la salida de Songs From the Wood (1977), un disco básicamente folk (pero a lo Tull) quedó totalmente al descubierto el amor de Ian por la música de sus raíces, que siguió aplicando también en el excelente Heavy Horses (1978). Pero a partir de los 80, al igual que muchos de sus contemporáneos (Genesis, Yes, King Crimson) exploró con nuevas tecnologías y sonidos (sintetizadores, por ejemplo, en A de 1980 y Under Wraps de 1984). Quizás como extensión de este último editó su primer trabajo solista: Into the Light. No fue hasta 1995 que lanzó el segundo, Divinities: Twelve Dances of God, un álbum instrumental que podía, a su vez, emparentarse con Roots to Branches, disco de Jethro Tull de ese mismo año. Ian demostró en Divinities que había aprendido la técnica correcta  para tocar la flauta (aunque la propia tenga mas personalidad) y se metió de lleno a la fusión étnica: música tradicional de India y Medio Oriente con folk celta y música antigua. Y se dio cuenta de que el camino era el acertado: que podía marcar una diferencia con Jethro Tull y, a su vez, mantenerlo como referencia permanente.

En su mas reciente trabajo pasa exactamente lo mismo: continúa el concepto sonoro del disco de Jethro Tull, J-Tull Dot Com, salido a fines del año pasado y que, inclusive, incluye como bonus track el tema que da nombre a este nuevo: The Secret Language of Birds, que tiene su sello inconfundible. Anderson escribió, produjo y grabó el disco (fue, además, su propio ingeniero de grabación), además de tocar flauta, guitarra acústica, bouzouki, bajo acústico, mandolina y percusión. Su compañero de Jethro Tull, Andrew Giddins, toca el acordeón, piano, órgano, marimba y teclados y se encarga de los arreglos orquestales. Como invitados figuran los bateristas Gerry Conway, Darren Mooney y James Duncan. Martin Barre tocó guitarras eléctricas en un par de temas, aunque para figurar nomás.

El disco es muy ameno, liviano y prolijo, en la línea de Divinities pero cantado. Se apoya en buenas canciones folk que, como en J-Tull Dot Com, tienen por ahí cierto aire de selva tropical sudamericana. Los textos reflejan la etapa de la vida que pasa Anderson, bastante mas reflexivo aunque sin la frescura que lo caracterizaba, mostrando sólo en cuentagotas aquel humor irónico característico en sus comienzos. Pero en Set-Aside, Montserrat (que remite a momentos de Warchild, 1974), The Water Carrier (que se parece mucho a Fat Man) se respira un verdadero aire tulliano clásico, algo que no aparece mucho en sus obras anteriores. Con J-Tull Dot Com, Anderson demostró que todavía puede tocar rock y gustar a públicos generales. En The Secret Language of Birds se dirige al público que creció con él, con el estilo y la madurez que las circunstancias requieren.

Gabriel Costa Ferraro

Publicada originalmente en el suplemento Culturas del diario El Observador, Montevideo, Uruguay, el martes 25 de julio de 2000.

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