Sábado 3 de diciembre de 2005
El
show arrancó pasaditas las 20:30 con lleno total (casi 15.000) en el estadio
abierto de Obras. Primero sonó el tema central de A
Clockwork Orange de Walter
(luego Wendy) Carlos. Se sabe que Mike Portnoy es muy cinéfilo y Stanley
Kubrick uno de sus directores favoritos. Luego mientras una cinta reproducía la
última nota de In
the Name of God (final de Train
of Thoughts) los cinco músicos se ubicaron en el escenario para comenzar el
primero de sus cuatro sets en Baires... The
Root of All Evil y Panic
Attack de Octavarium pusieron de cabeza Obras en un pogo
infinito... Era muy difícil ver algo o moverse en el poco espacio que quedaba,
pero el sonido era bastante bueno para lo poco que invirtió la producción...
Portnoy con una batería mucho mas pequeña (no trajo su set siamés de tres
bombos y decenas y decenas de cuerpos) que me hizo acordar a la época de Awake,
Rudess sin su pie giratorio que viéramos en Live at Budokan, Myung enchufado
con cable (no inalámbrico) y Petrucci sin su pared de Mesa Boogie... Sin
embargo, a pesar de lo humilde del escenario (sin pantallas, sin escenografía,
con mediocre iluminación) la banda entregó todo... Luego del principio a pleno
con Octavarium arrancamos con el baúl de los
recuerdos: A
Fortune in Lies, Under
a Glass Moon, Caught
in a Web, Peruvian
Skies (con extractos de Wish
You Were Here de PF y Wherever
I May Roam de Metallica -en
la gira de Falling Into Infinity fueron Have
a Cigar y Enter Sandman, recuerdan?-), Strange Deja Vu, y el final de
la suite Six Degrees of Inner
Turbulence (a partir de Solitary Shell) en estricto
orden cronológico se llevaron la primera parte del show... Impresiones? James
LaBrie está en su mejor momento. Un frontman impresionante, que arrastra las
miradas de la gente a pesar de los cuatro animales que tiene atrás. Su voz
brilló como nunca había escuchado (en ningún DVD ni álbum en vivo) y está en
impecable forma física. Su comunicación con el publico muy intensa (aunque el
día siguiente se los vio a todos muuuucho mas relajados y disfrutando a pleno).
Jordan muy tranquilo y siempre con una sonrisa dibujada (no es solo en los
DVD), John Myung es un ser que no podría describir con palabras... A pesar de
su aparente rigidez o seriedad, el tipo no para un segundo. Es una pared sonora
que sostiene (claro, junto al bestia de Portnoy, el líder nato de la banda)
todo lo demás con una prestancia y perfección que no conozco en bajista alguno
en este planeta. Usa todos los dedos de las manos. Petrucci estaba medio
inseguro al principio, pero enseguida se fue afianzando. Apartado aparte para
el público: coreaba tanto los riffs como las letras de las canciones (algo que
LaBrie notó enseguida y comenzó a arengar). En el intervalo de ambas noches nos
regalaron una preciosa versión acústica de A
Mind Beside Itself a cargo
del dúo francés Pipo & Elo. Sólo guitarra y voz pero un arreglo
excelente... la gente cantaba también con la grabación mientras esperaba el
regreso de los monstruos.
Y el
regreso se produjo con As I Am,
una versión muy poderosa por cierto. Luego Endless
Sacrifice y después varios temas
de Octavarium, entre los
que se destacó la suite homónima ejecutada con precisión de relojería...
excelente, me dejo boquiabierto...
Los
bises fueron una fiesta, primero The
Spirit Carries On y luego
(agárrense) Learning to Live,
una que nadie se esperaba... Salimos muy contentos del show, pero con un gusto
medio raro... Muy pocos clásicos, demasiado Octavarium...
Habría sorpresas al otro día??
Domingo
4 de diciembre de 2005
Esta
vez el show empezó tempranito y bajo una fina garúa
Menos gente que el día anterior, es verdad, pero
se respiraba un aire distinto, mas calmo. Nuevamente el tema de A Clockwork Orange, nuevamente
el cosquilleo en la panza
.
Cuando
escuchamos el ruido a púa (muy amplificado, es verdad) que abre Six Degrees y los chicos arrancaron con The Glass Prison, muchos de
nosotros supimos que estábamos ante algo especial.
La versión sonó imponente (sólo había escuchado la versión en vivo de Graspop, que no
me había convencido demasiado) y esta vez, bien de cerquita, pude
apreciar los movimientos y gestos de los cinco, que parecían mas distendidos y
relajados que la noche anterior.
Luego vino Just Let Me Breathe de Falling
Into Infinity, buena versión. Cuando arrancó The
Mirror, del clásico Awake, Obras
volvió a ser un pogo general, pero esta vez sin empujones ni forcejeos, sólo
alegría y la convicción de que Portnoy no nos había mentido la noche anterior:
íbamos a vivir un show muy especial
.
Siguió Lie y después bajamos al emotivo The Answer Lies Within (uno de los puntos altos de Octavarium y un tour de force para LaBrie, totalmente despojado de los tics del tenor heavy y transformado en un crooner de cuidado) y luego los potentes These Walls y Never Enough, los que faltaban de éste último álbum. El cierre de la primera parte fue con In the Name of God de Train of Thoughts, un temazo impresionante, en lo personal el mejor de ese disco.
La
pregunta que flotaba en el aire en ese intervalo (mientras sonaban otra vez los
franceses Pipo y Elo con Erotomania y Voices)
era qué iban a hacer en ese cuarto y último set en Argentina. Conjeturas
varias: ¿harían Dark Side of
the Moon como en Europa?...
En su página web dice claramente que el segundo set de la segunda noche está
dedicado a un álbum clásico
¿lo harían acá o seguirían repasando su vasta discografía?... Ninguna de las dos o en
realidad ambas.
Primero un ruido de disco (ese ruido como a papa frita de la púa en el vinilo) y casi me desmayo cuando reconocí el comienzo de Close to the Edge, inmortal clásico de Yes. Por un momento pensé que se iban a animar a tocar la mejor suite de la historia del rock, pero la púa se corrió y se hizo el silencio. Luego otra vez púa sobre disco y el comienzo de The Lamb Lies Down On Broadway Segundos nada mas, otra vez la púa se corre. Así recorrimos los comienzos de entre 5 y 6 álbumes clásicos de todos los tiempos (entre ellos también estaba 2112 de Rush, como no). De repente comenzó a sonar un tic-tac. ¿Sería posible? Nos pellizcamos, quizás estábamos soñando, pero no. "Close your eyes and begin to relax... dijo la voz en off. El público aullaba de placer. Si, señores, Dream Theater cumplía su promesa de tocar un disco clásico. Pero ésta vez, uno propio. "Safe in the light that surrounds me..." todo Obras coreaba y LaBrie ofrecía generoso el micrófono para que las aproximadamente 9000 personas compartieran ese momento que tanto habíamos soñado. Es necesario puntualizar, sin embargo, la absoluta disconformidad que sentí cuando promediando Home y hasta el final mismo de The Dance of Eternity el bajo simplemente dejó de escucharse. Apenas algún atisbo de los graves (ayudado por el bombo tremendo de Portnoy y las teclas del lado izquierdo de Jordan que tambien alcanzaban profundidades asombrosas) que evidentemente nos llegaban desde el monitor de Myung. Una vergüenza. Después subieron tanto el bajo que no se escuchaba Petrucci! En fin, durante unos minutos, se notaron claramente las falencias de sonido y la poca coordinación del staff (que supongo locatario, no creo que la banda esté acostumbrada a estos paplelones). De cualquier manera, nada podía empañar una fiesta que continuó con todo el mundo saltando (luego de 6 horas entre los dos días, es bastante, no?) al ritmo de Pull Me Under-Metropolis Pt.1
En definitiva, dos shows excelentes de una de las mejores bandas sobre la faz de la Tierra (y al que le pique, que se rasque), aunque el domingo cargado de una emoción y un sentimiento especial, mas intimo, si se quiere . Como bien dijo uno de los amigos con los que tuvimos la suerte de estar: Nos tocaron Scenes From a Memory en la cara y nos dieron una lección de entrega, virtuosismo, prolijidad, espectáculo y rock. Nos fuimos silvando bajito Singin In the Rain de Gene Kelly (no casualmente el tema de títulos finales de A Clockwork Orange), canción que me ha acompañado a lo largo de mi vida y que, increíblemente, también estuvo en Obras el 3 y 4 de diciembre.
Gabriel
Costa Ferraro
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