29 de noviembre de 2015

10 años de la primera gira sudamericana de Dream Theater.

Sábado 3 de diciembre de 2005



El show arrancó pasaditas las 20:30 con lleno total (casi 15.000) en el estadio abierto de Obras. Primero sonó el tema central de A Clockwork Orange de Walter (luego Wendy) Carlos. Se sabe que Mike Portnoy es muy cinéfilo y Stanley Kubrick uno de sus directores favoritos. Luego mientras una cinta reproducía la última nota de In the Name of God (final de Train of Thoughts) los cinco músicos se ubicaron en el escenario para comenzar el primero de sus cuatro sets en Baires... The Root of All Evil y Panic Attack de Octavarium pusieron de cabeza Obras en un pogo infinito... Era muy difícil ver algo o moverse en el poco espacio que quedaba, pero el sonido era bastante bueno para lo poco que invirtió la producción... Portnoy con una batería mucho mas pequeña (no trajo su set siamés de tres bombos y decenas y decenas de cuerpos) que me hizo acordar a la época de Awake, Rudess sin su pie giratorio que viéramos en Live at Budokan, Myung enchufado con cable (no inalámbrico) y Petrucci sin su pared de Mesa Boogie... Sin embargo, a pesar de lo humilde del escenario (sin pantallas, sin escenografía, con mediocre iluminación) la banda entregó todo... Luego del principio a pleno con Octavarium arrancamos con el baúl de los recuerdos: A Fortune in Lies, Under a Glass Moon, Caught in a Web, Peruvian Skies (con extractos de Wish You Were Here de PF y Wherever I May Roam de Metallica -en la gira de Falling Into Infinity fueron Have a Cigar y Enter Sandman, recuerdan?-), Strange Deja Vu, y el final de la suite Six Degrees of Inner Turbulence (a partir de Solitary Shell) en estricto orden cronológico se llevaron la primera parte del show... Impresiones? James LaBrie está en su mejor momento. Un frontman impresionante, que arrastra las miradas de la gente a pesar de los cuatro animales que tiene atrás. Su voz brilló como nunca había escuchado (en ningún DVD ni álbum en vivo) y está en impecable forma física. Su comunicación con el publico muy intensa (aunque el día siguiente se los vio a todos muuuucho mas relajados y disfrutando a pleno). Jordan muy tranquilo y siempre con una sonrisa dibujada (no es solo en los DVD), John Myung es un ser que no podría describir con palabras... A pesar de su aparente rigidez o seriedad, el tipo no para un segundo. Es una pared sonora que sostiene (claro, junto al bestia de Portnoy, el líder nato de la banda) todo lo demás con una prestancia y perfección que no conozco en bajista alguno en este planeta. Usa todos los dedos de las manos. Petrucci estaba medio inseguro al principio, pero enseguida se fue afianzando. Apartado aparte para el público: coreaba tanto los riffs como las letras de las canciones (algo que LaBrie notó enseguida y comenzó a arengar). En el intervalo de ambas noches nos regalaron una preciosa versión acústica de A Mind Beside Itself a cargo del dúo francés Pipo & Elo. Sólo guitarra y voz pero un arreglo excelente... la gente cantaba también con la grabación mientras esperaba el regreso de los monstruos.
Y el regreso se produjo con As I Am, una versión muy poderosa por cierto. Luego Endless Sacrifice y después varios temas de Octavarium, entre los que se destacó la suite homónima ejecutada con precisión de relojería... excelente, me dejo boquiabierto...
Los bises fueron una fiesta, primero The Spirit Carries On y luego (agárrense) Learning to Live, una que nadie se esperaba... Salimos muy contentos del show, pero con un gusto medio raro... Muy pocos clásicos, demasiado Octavarium... Habría sorpresas al otro día??

Domingo 4 de diciembre de 2005



Esta vez el show empezó tempranito y bajo una fina garúa Menos gente que el día anterior, es verdad, pero se respiraba un aire distinto, mas calmo. Nuevamente el tema de A Clockwork Orange, nuevamente el cosquilleo en la panza.

Cuando escuchamos el ruido a púa (muy amplificado, es verdad) que abre Six Degrees y los chicos arrancaron con The Glass Prison, muchos de nosotros supimos que estábamos ante algo especial. La versión sonó imponente (sólo había escuchado la versión en vivo de Graspop, que no me había convencido demasiado) y esta vez, bien de cerquita, pude apreciar los movimientos y gestos de los cinco, que parecían mas distendidos y relajados que la noche anterior. Luego vino Just Let Me Breathe de Falling Into Infinity, buena versión. Cuando arrancó The Mirror, del clásico Awake,  Obras volvió a ser un pogo general, pero esta vez sin empujones ni forcejeos, sólo alegría y la convicción de que Portnoy no nos había mentido la noche anterior: íbamos a vivir un show muy especial. 

Siguió Lie y después bajamos al emotivo The Answer Lies Within (uno de los puntos altos de Octavarium y un tour de force para LaBrie, totalmente despojado de los tics del tenor heavy y transformado en un
crooner de cuidado) y luego los potentes These Walls y Never Enough, los que faltaban de éste último álbum. El cierre de la primera parte fue con In the Name of God de Train of Thoughts, un temazo impresionante, en lo personal el mejor de ese disco.
La pregunta que flotaba en el aire en ese intervalo (mientras sonaban otra vez los franceses Pipo y Elo con Erotomania y Voices) era qué iban a hacer en ese cuarto y último set en Argentina. Conjeturas varias: ¿harían Dark Side of the Moon como en Europa?... En su página web dice claramente que el segundo set de la segunda noche está dedicado a un álbum clásico ¿lo harían acá o seguirían repasando su vasta discografía?... Ninguna de las dos o en realidad ambas.… 

Primero un ruido de disco (ese ruido como a papa frita de la púa en el vinilo) y casi me desmayo cuando reconocí el comienzo de Close to the Edge, inmortal clásico de Yes. Por un momento pensé que se iban a animar a tocar la mejor suite de la historia del rock, pero la púa se corrió y se hizo el silencio. Luego otra vez púa sobre disco y el comienzo de The Lamb Lies Down On Broadway
Segundos nada mas, otra vez la púa se corre. Así recorrimos los comienzos de entre 5 y 6 álbumes clásicos de todos los tiempos (entre ellos también estaba 2112 de Rush, como no). De repente comenzó a sonar un tic-tac. ¿Sería posible? Nos pellizcamos, quizás estábamos soñando, pero no. "Close your eyes and begin to relax...…” dijo la voz en off. El público aullaba de placer.  Si, señores, Dream Theater cumplía su promesa de tocar un disco clásico. Pero ésta vez, uno propio. "Safe in the light that surrounds me..." todo Obras coreaba y LaBrie ofrecía generoso el micrófono para que las aproximadamente 9000 personas compartieran ese momento que tanto habíamos soñado. Es necesario puntualizar, sin embargo, la absoluta disconformidad que sentí cuando promediando Home y hasta el final mismo de The Dance of Eternity el bajo simplemente dejó de escucharse. Apenas algún atisbo de los graves (ayudado por el bombo tremendo de Portnoy y las teclas del lado izquierdo de Jordan que tambien alcanzaban profundidades asombrosas) que evidentemente nos llegaban desde el monitor de Myung. Una vergüenza. Después subieron tanto el bajo que no se escuchaba Petrucci! En fin, durante unos minutos, se notaron claramente las falencias de sonido y la poca coordinación del staff (que supongo locatario, no creo que la banda esté acostumbrada a estos paplelones). De cualquier manera, nada podía empañar una fiesta que continuó con todo el mundo saltando (luego de 6 horas entre los dos días, es bastante, no?) al ritmo de Pull Me Under-Metropolis Pt.1

En definitiva, dos shows excelentes de una de las mejores bandas sobre la faz de la Tierra (y al que le pique, que se rasque), aunque el domingo cargado de una emoción y un sentimiento especial, mas intimo, si se quiere
. Como bien dijo uno de los amigos con los que tuvimos la suerte de estar: Nos tocaron Scenes From a Memory en la cara y nos dieron una lección de entrega, virtuosismo, prolijidad, espectáculo y rock. Nos fuimos silvando bajito Singin In the Rain de Gene Kelly (no casualmente el tema de títulos finales de A Clockwork Orange), canción que me ha acompañado a lo largo de mi vida y que, increíblemente, también estuvo en Obras el 3 y 4 de diciembre.


Gabriel Costa Ferraro

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