18 de noviembre de 2011

"El Gato Desaparece" de Carlos Sorín












La certeza de no saber…

Hay directores que se especializan en un tipo de cine y se sienten cómodos allí. Eso es lo que saben hacer y lo hacen bien. Otros exploran géneros o hacen películas “autorales” y no hay ninguna regla que diga que eso está mal. El éxito o el fracaso depende a veces de múltiples factores que no explican nada: los filmes “de festivales” no suelen ser festejados por los grandes públicos, así como aquellos que la crítica cataloga como “imperdibles” y resultan finalmente ajenos a la sensibilidad de las mayorías. No hay normas que indiquen cuándo y cómo una película va a ser un éxito, y menos aún cuándo va a reunir esas dos envidiables cualidades: aplauso crítico y gran recepción pública.

Entonces lo mejor para un director con afanes creativos es no preocuparse por ello, no estar pendiente de los festivales ni de la crítica ni de la boletería. Hacer, en fin, lo que él siente que le pertenece, que le es afín, que va a dejarlo conforme consigo mismo y en paz con su espíritu. Tal vez eso es lo que hizo que el argentino Carlos Sorín, luego de sus primeras experiencias con “La película del rey” (1986) y “Eversmile New Jersey” (1989) se dedicara largo tiempo a la publicidad antes de regresar a dirigir cosas de las cuales no estaba convencido. La primera era un respetable experimento de cine dentro del cine y la segunda una historia bizarra que nadie quiso ver. Sorín tenía que encontrarse a sí mismo antes de volver a la gran pantalla.

Y lo logró con “Historias mínimas” (2002), que se ambientaba en la Patagonia con pequeñas anécdotas simpáticas y a menudo entrañables, a la que siguió “El perro” (2004) dentro de la misma tónica. Sorín se afirmó como un director distinto, personal, que sabía sacar partido de los lugares desérticos, los actores improvisados y el ritmo pausado que se acompasaba con una acción mínima y con personajes comunes y reconocibles. “El camino de San Diego” (2006) arrancaba en un rincón de Misiones y desarrollaba una verdadera road movie en torno de un humilde trabajador cuya mayor ambición era entregarle personalmente un regalo a su ídolo Maradona.

No había villanos en todos esos filmes. La gente era esencialmente buena y servicial, un mundo casi ideal que se ubicaba en parajes al parecer incontaminados por la maldad, la ambición o la envidia. Un giro algo inesperado fue el de “La ventana” (2007), que no incluía ningún viaje sino el proceso interior de un anciano (Antonio Larreta) enfrentado al último día de su vida. La variante no cambió el estilo visual de Sorín ni su esmerada búsqueda del detalle mínimo que enriqueciera su anécdota, aunque un toque melancólico y crepuscular dominara inevitablemente el entorno de su protagonista.

Y ahora la sorpresa. El gato desaparece viene a mostrar a un realizador maduro y comprometido en un cine de género, como si quisiera probar que puede manejar otros temas y hasta intentar fórmulas más comerciales y elaboradas. Pero no hay que engañarse: aun en esta especie de psico-thriller, con escenas de tensión y suspenso muy bien defendidas por actores profesionales, Sorín sigue otorgando el primer lugar a una cámara muy inquisitiva, a los encuadres intencionados, al manejo del sonido y de la música con énfasis especiales, a los silencios que refuerzan el drama, al pleno dominio de un lenguaje cinematográfico de primer nivel, esta vez utilizando con eficacia la pantalla ancha, la iluminación y la profundidad de campo.

El asunto se refiere a Beatriz (la excelente Beatriz Spelzini), una señora de clase media-alta que muestra su nerviosismo cuando su marido Luis (Luis Luque) es dado de alta de un hospital psiquiátrico en donde estuvo internado varios meses por haber agredido violentamente a un colega presa de un ataque de locura motivado por los celos. Beatriz no sabe si Luis está curado del todo y nadie puede asegurárselo plenamente, pero disimula mal sus nervios cuando tiene que volver a convivir con ese hombre que luce un aspecto bonachón e indiferente, no se sabe si porque está sedado o porque es una fiera dormida a punto de dar el zarpazo.

El ambiente de esa casa burguesa es el de un hogar de intelectuales, donde él ha sido (es) profesor universitario, ella es traductora y los hijos ya crecidos se han mudado a vivir con sus parejas. Sólo queda la empleada con retiro y un hermoso gato negro, mascota muy apreciada por Luis que sin embargo responde mal a sus requerimientos, arañándolo y desapareciendo. El drama no está enfocado sobre la difícil vuelta a la normalidad del marido, que debe readaptarse a su rutina anterior, sino sobre las inseguridades de Beatriz, que ve a ese hombre como a un extraño a quien tiene que tratar con cautela y amabilidad pero a quien notoriamente teme y recela. La paranoia crece a límites pesadillescos, aunque nada en Luis indique algo anormal o agresivo. ¿Por qué entonces el gato lo agredió? ¿Y dónde diablos se habrá metido?

El cine argentino está logrando un nivel de calidad que no solamente lo llevó a ganar un Oscar (por “El secreto de sus ojos” de Juan José Campanella) sino que ha recuperado un grado de aceptación pública que había perdido luego de aquellas gloriosas épocas en que estrenaba 40 o 50 títulos al año gracias a una industria estable y redituable. Ahora además las películas muestran un sólido nivel técnico, libretos ingeniosos, actuaciones de primer nivel y no desmerecen frente a obras extranjeras elogiadas y premiadas. Parte de ese buen momento es El gato desaparece, cuyo director demuestra que no solamente sabe crear historias mínimas sino que tiene el talento suficiente como para hacer otras cosas, como por ejemplo manejar con solvencia un tipo de cine que se caracteriza, aunque parezca un juego de palabras, por la certeza de no saber.

“El gato desaparece”. Argentina, 2011. Dirigida y escrita por Carlos Sorín. Fotografía de Juan Apezteguía. Montaje de Mohamed Rajid. Música de Nicolás Sorín. Con Luis Luque, Beatriz Spalzini, Guillermo Hönig, Norma Argentina, Tristán Colombo, Damián Guitián. Duración: 90 minutos.

Jaime E. Costa

Publicada originalmente en el semanario "Búsqueda" el 17/11/11


"3 Millones" de Jaime y Yamandú Roos


¡¡¡Uruguay nomá…!!!

¿Qué pasa con el fútbol en Uruguay? ¿Qué es lo que hace que nos emocionemos, gritemos hasta quedarnos afónicos, discutamos o nos abracemos con un extraño que está al lado nuestro, y lloremos cuando un nudo nos aprieta la garganta y nos saltan las lágrimas? ¿Es tradición, es orgullo, es pasión, es fanatismo, es algo desmedido o un impulso que llevamos todos adentro? Al momento mismo de escribir estas líneas tengo ese nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas. ¿Soy un cursi, un sentimental, un nostálgico incurable, un blando de corazón? Nooooo. Soy un tipo que tiene sus años y tuvo la suerte de vivir lo de Maracaná, lo de Suiza 54, lo de México 70 y lo de Sudáfrica 2010. Y varias Copas América hasta la del 2011. Y el Mundialito de 1980. Soy, en fin, un uruguayo medio que siente el fútbol como algo propio, como parte de su esencia, como un sentimiento íntimo, profundo, inexplicable. En fin, soy uno más del montón, uno entre tres millones.

Algo de eso es lo que Jaime Roos y su hijo Yamandú se propusieron captar cuando programaron un encuentro con motivo del Mundial de Sudáfrica, un pretexto para hacer algo juntos, para compartir cosas, para pasarla bien. Porque Yamandú (31) vive en Holanda y es fotógrafo, así que ambos no tienen muchas oportunidades de verse. Y Jaime (56) es simplemente Jaime, uno de los músicos más populares y queridos de Uruguay y de Latinoamérica. Es probable que cuando planificaron esta película documental no soñaran hasta dónde iba a llegar la selección uruguaya. Filmaban y filmaban, y luego se vería el resultado. Jaime es el narrador y el libretista, Yamandú maneja la cámara y habla español con acento, así que prefiere hacerlo en inglés con subtítulos.

Pero hay algo que trasciende y se transmite al espectador: la camaradería, la complicidad, el cariño de padre e hijo, la felicidad de estar juntos haciendo algo en común. Con uno cantante y el otro fotógrafo, era difícil que se les viera colaborando en algún espectáculo. El fútbol los une, como lo hace con mucha gente que frente a la Celeste se olvida de rivalidades partidarias. Como cuando cada uno se convierte en parte de esos tres millones.

La película, además de tener humor, sabe hacer cómplice al espectador de esta aventura sudafricana en pos de algo utópico que parece a priori imposible. Porque Uruguay nunca va a un Mundial para quedar por el camino y volverse a casa a las primeras de cambio. Uruguay va a ser campeón, porque la historia lo obliga, porque a pesar de que parezca imposible competir con selecciones poderosas de países del primer mundo siempre guarda una esperanza, siempre sueña con la gloria, siempre espera que aflore aquella vieja garra charrúa que muchos creen enterrada en el pasado. Siempre, en fin, sigue creyendo en milagros.

La pantalla achicada muestra material de Tenfield transmitido por VTV o filmaciones de Sergio Gorzy para “Cámara celeste”, pero el formato se agranda cuando se ve lo que registra la cámara de Yamandú o cuando se ven las jugadas de los partidos en las propias emisiones de FIFA en vivo y en directo. Todo ese material que está hábilmente compaginado, se hace ameno y llevadero, más aún porque el espectador uruguayo conoce a los protagonistas, ve caras que le son muy familiares, se adentra en la intimidad de los jugadores, es partícipe de las bromas, se hace cómplice de la famosa camaradería del plantel, la siente como propia, disfruta en todo momento. Y allí está Ghiggia, el héroe de Maracaná, tan humilde como si no supiera que es un ídolo venerado por varias generaciones, un jovial octogenario que hace sesenta años logró un triunfo increíble que se considera hasta hoy como la mayor hazaña del fútbol mundial. Y está allí, como uno más, todo un símbolo en sí mismo.

Hasta que llega el momento del debut, con los nervios contenidos, las miradas tensas, los dientes apretados, un primer empate ante Francia que es en cierta manera una desilusión. Y luego los tres goles ante el dueño de casa y otro triunfo ante México. Primeros en la serie, el arco invicto, cuatro goles. ¿Cuánto hace que no se daba eso? La primera etapa está superada, y Jaime y Yamandú siguen filmando hasta que haya que parar. Pero la cosa sigue. Victoria ante Corea y pasaje a cuartos de final. Todos se preguntan si no estará ya la misión cumplida, porque desde 1970 no se supera esa barrera.

Tremenda tensión con el empate ante Ghana, con todo un continente que apuesta por su único representante. Último minuto, la mano de Suárez, el penal errado, el alargue. Suárez se pierde el partido de semifinales, pero aún habrá que ver si se llega hasta ahí. Media hora sin goles, habrá penales. Muslera ataja dos. El Mono Pereira erra uno, pero el Loco Abreu la pica y provoca la locura. No importa lo que pase después, pero Uruguay es semifinalista y por lo menos será cuarto, como en Suiza, como en México, cuarenta años después.

Según relata Jaime, el partido contra Holanda, mostrado en detalle y con jugadas en cámara lenta, fue un robo del juez. Uruguay pierde pero no es apabullado. Juega de igual a igual y termina 3 a 2. Podría quedar tercero si le gana a Alemania, nada menos que a Alemania. Con un formidable golazo de Forlán, Uruguay se pone en ventaja por 2 a 1. Luego pierde por el mismo tanteador: 3 a 2. Nadie lo siente como una derrota. Desde 1954 no se hacían 11 goles en un Mundial. Forlán es el mejor jugador del campeonato y comparte el podio de los goleadores.

Seguro que da para festejar, porque no se logró el campeonato pero se recuperó una imagen y un prestigio que tres millones de uruguayos supieron agradecer y festejar. Para Jaime y Yamandú, ahora sí, misión cumplida. Hasta la próxima. Gracias por toda esa emoción revivida. Los de afuera son de palo. Si no lo entienden, peor para ellos. Nosotros sabemos lo qué significa. Somos pocos, claro, nada más que tres millones.

“3 millones”. Uruguay, 2011. Dirigida por Jaime Roos, Yamandú Roos. Escrita y editada por Mauro Sarser, Jaime Roos. Fotografia de Yamandú Roos, con material de Tenfield, FIFA y Sergio Gorzy. Producida por Marcela Matta. Canciones de Jaime Roos. Duración: 135 minutos.

Jaime E. Costa

Publicada originalmente en el semanario "Búsqueda" el 17/11/11



3 de noviembre de 2011

“Contagio”, de Steven Soderbergh


Las malditas epidemias

Una mujer muere de lo que parece apenas una gripe, y enseguida la sigue su pequeño hijo a quien contagió. En dos o tres lugares, los mismos síntomas causan otras tantas muertes. Antes de que las autoridades reaccionen, la epidemia se extiende a cientos, a miles, a millones, mientras algunos científicos intentan crear la vacuna que detenga la catástrofe. Curiosamente, este filme de Steven Soderbergh comienza en el “día 2”, salteándose voluntariamente la causa del mal que, como la gripe porcina o la fiebre aviar, podría tener su origen en el consumo de algún alimento contaminado. Pero el contagio se produce por el simple contacto de la piel, lo que hace más difícil su diagnóstico porque la enfermedad es tan fulminante que termina con la víctima en escasas 48 horas.

Con una construcción metódica y por demás sobria, el libreto de Scott Z. Burns (que ya había trabajado con Soderbergh en “El desinformante”) va pautando los días y la implacable propagación del mal, ante la consternación de un esposo (Matt Damon), que no puede creer que su mujer (Gwyneth Paltrow), recién llegada de Hong Kong, se haya ido tan rápidamente cuando parecía que sólo estaba afectada por una gripe a causa del abrupto cambio de clima luego del viaje. No tiene tiempo de recuperarse del golpe cuando el pequeño hijo de ella sucumbe en forma igualmente veloz, indicando inequívocamente que allí hay algo fuera de control.

El personaje de Damon, un hombre común de Minneapolis, no es en cambio el protagonista absoluto de la historia, que se abre en otras vertientes como un filme coral, con varias estrellas en roles breves pero contudentes. Allí aparece entonces Laurence Fishburne como un jerarca médico de Atlanta, que busca la colaboración de otros científicos (Kate Winslet, Marion Cotillard) para rastrear el origen del mal, mientras en el laboratorio experimenta otra doctora (Jennifer Ehle) en una desesperada empresa contrarreloj en busca de la vacuna salvadora. Otro personaje más bien siniestro (Jude Law), siembra dudas y lanza teorías conspirativas desde su muy consultado blog, denunciando (¿con razón o sin ella?) que el gobierno demora en hallar el antídoto porque está negociando con las multinacionales farmacéuticas.

¿Demasiadas puntas para un solo tema? Puede ser, pero hay que tener en cuenta que lo que se muestra en Contagio son apenas especulaciones sobre lo que podría pasar si una nueva epidemia, cuyo virus no se sabe de dónde viene y muta rápidamente, provocara millones de víctimas en el mundo entero en un plazo relativamente breve. Los gobiernos de todos los países, como ocurre acá, deberían alertar a la población, tomar urgentes medidas sanitarias, pedirle a la gente que no salga de sus casas para evitar tocar cualquier cosa que esté contaminada, y finalmente asistir a los enfermos con un altísimo índice de mortalidad, disponiendo de los cadáveres sin permitir a los parientes un entierro normal. El pánico tampoco se haría esperar, con saqueo de supermercados, asaltos a residencias y locura colectiva, porque lo que une a la gente en la adversidad la separa ante la inminencia de la muerte. Ahí no hay solidaridad que valga.

Soderbergh no necesita mostrar todo eso como si estuviera haciendo cine-catástrofe. Lo que le interesa es plantear una hipótesis y desarrollarla dramáticamente, en la forma más realista posible, como si fuera un documental. Por eso sus estrellas no utilizan el glamour y no tienen actitudes de heroico individualismo. El propio Damon luce gordo y envejecido, y Jude Law utiliza una prótesis dental que le afea la sonrisa. Son meros engranajes que el director utiliza para focalizar la anécdota en media docena de personajes que el público pueda identificar con facilidad. Pero como son actores talentosos, todos tienen a la vez la suficiente ductilidad como para adaptarse a papeles episódicos defendidos con breves pinceladas y puntual aunque escasa información. No debe esperarse un espectáculo épico de gran despliegue. Como “Traffic” (donde Soderbergh ganó un Oscar como mejor director en 2000) lo que importa es la sustancia, no el lujoso envoltorio.

Caso curioso el de Soderbergh. Comenzó su carrera en forma independiente con “Sexo, mentiras y video” (1989), realizó el talentoso experimento de “Kafka” (1991), sus películas siguientes llegaron directamente al video (“El rey de la colina”, 1993, “Pasiones latentes”, 1994), volvió a la cartelera con un asunto propio del mainstream (“Un romance peligroso” con George Clooney y Jennifer Lopez, 1998) y luego retomó su estilo con un policial vigoroso y nada comerecial (“Vengar la sangre”, con Peter Fonda y Terence Stamp, 1999). En el 2000 ganó su Oscar por “Traffic” y el mismo año se lo hizo ganar a Julia Roberts por “Erin Brockovich”, con lo cual su nombre se afirmó en Hollywood.

Ahora se dedica a ganar dinero con “La gran estafa” y secuelas (2001-2007) donde trabajan todos sus amigos (Clooney, Damon, Roberts, Brad Pitt, Elliott Gould), hace remakes inútiles (“Solaris”, 2002), fracasa con un intento de homenajear al film noir (y en blanco y negro) con “Intriga en Berlín” (2006), se embarca en una larga biografía muy respetuosa del “Che” Guevara (en dos partes, 2008, con Benicio del Toro), y pretende volver a su época independiente con “Confesiones de una prostituta de lujo” (sin estrellas conocidas) y “El desinformante” (con Matt Damon) ambas de 2009. Parece estar en la cómoda posición de hacer lo que quiere, sus actores lo adoran y George Clooney ha sido su coproductor. No siempre acierta, pero Contagio está entre lo mejorcito que ha hecho en los últimos tiempos.

“Contagio” (“Contagion”) EEUU-Emiratos Árabes Unidos, 2011. Dirigida por Steven Soderbergh. Escrita por Scott Z. Burns. Con Matt Damon, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Kate Winslet, Gwyneth Paltrow, Jude Law, Elliott Gould, Jennifer Ehle. Duración: 106 minutos.

Jaime E. Costa

Publicada originalmente en le semanario "Búsqueda" el 3/11/11


Horarios Argentina

Abasto

Bahía Blanca

Barrio Norte

Village Recoleta
Horarios: 11:05 , 13:15 , 15:30 , 17:45 , 20:00 y 22:20. | Trasnoche: 00:50

Belgrano

Belgrano Multiplex
Horarios: 12:20 , 14:25 , 16:30 , 18:35 , 20:40 y 22:45. | Trasnoche: 01:00

Caballito

Village Caballito
Horarios: 13:10 , 15:25 , 17:40 , 20:00 y 22:15. | Trasnoche: 01:15

Carlos Paz

Catamarca

Centro

Monumental
Horarios: 12:40 , 14:45 , 16:50 , 18:55 , 21:00 y 23:05. | Trasnoche: 00:00

Chaco

Córdoba Centro

Complejo Cinerama
Horarios: 14:00 , 15:50 , 17:50 , 19:45 , 21:40 y 23:30. | Trasnoche: 01:40
Hoyts Nuevocentro
Horarios: 12:45 , 15:15 , 17:45 , 20:15 y 22:45. | Trasnoche: 01:15
Hoyts Patio Olmos
Horarios: 13:30 , 15:45 , 18:00 , 20:15 y 22:30. | Trasnoche: 00:45

Corrientes

Flores

Atlas Flores
Horarios: 13:00 , 15:00 , 17:00 , 19:00 , 21:00 y 23:00. | Trasnoche: 01:00

La Plata

Liniers

Mendoza

Village Mendoza
Horarios: 13:45 , 16:00 , 18:10 , 20:20 y 22:40. | Trasnoche: 01:00

Morteros

Neuquén

Village Neuquén
Horarios: 13:15 , 15:30 , 17:45 , 20:00 y 22:15. | Trasnoche: 00:30

Palermo

Puerto Madero

Rosario

Village Rosario
Horarios: 14:15 , 16:30 , 18:45 , 21:00 y 23:15. | Trasnoche: 01:30

Saavedra

Hoyts Dot
Horarios: 12:00 , 14:30 , 17:00 , 19:30 y 22:00. | Trasnoche: 00:45

Salta

Hoyts Salta
Horarios: 13:00 , 15:30 , 18:00 , 20:30 y 23:00. | Trasnoche: 00:50

San Juan

San Luis

Santa Fe

Tucumán

Villa Devoto

Cinema Devoto
Horarios: 12:15 , 14:20 , 16:30 , 18:40 , 20:50 y 23:00. | Trasnoche: 01:10

Zona Norte Gran Bs. As.

Cinemark Tortugas
Horarios: 11:30 , 13:45 , 16:00 , 18:20 , 20:40 y 23:10. | Trasnoche: 01:30
Village Pilar
Horarios: 13:00 , 15:15 , 17:30 , 19:45 y 22:00. | Trasnoche: 00:30

Zona Oeste Gran Bs. As.

Zona Sur Gran Bs. As.

Hoyts Temperley
Horarios: 13:30 , 15:45 , 18:00 , 20:15 y 22:45. | Trasnoche: 01:15
Zonacines Coto Lanus
Horarios: 13:10 , 15:15 , 17:20 , 19:25 y 21:30. | Trasnoche: 00:05

Horarios Uruguay


Inglés (ST en español)
20:10 - 22:15

Inglés (ST en español)
14:00 - 16:00 - 18:10 - 20:20 - 22:30

Inglés (ST en español)
15:15 - 17:35 - 19:55 - 22:25

Inglés (ST en español)
15:20 - 17:35 - 19:50 - 22:10

Inglés (ST en español)
15:25 - 17:50 - 20:10 - 22:30

Inglés (ST en español)
17:40 - 20:00 - 22:20

28 de octubre de 2011

Ciclo de Rock Progresivo en Tucumán - Fecha 2




La segunda fecha del Ciclo de Rock Progresivo en el Centro Cultural Virla de Tucumán se llevará a cabo los días viernes 4 y sábado 5 de noviembre.
El viernes 4 estarán ÜNDER LINDEN de La Plata y los locatarios LLOVERA, mientras que el sábado 5 estarán los anfitriones REDD junto a 2112 de Buenos Aires. Ambos días arranca a las 22:30 hs.

Clarín conspira contra la Constitución



Un nuevo informe de la Red de Observatorios Universitarios de Medios da cuenta de la campaña emprendida por el multimedio oligopólico para inducir a la creencia de que la amplia mayoría lograda por le oficialismo en el Congreso significaría un peligro para el sistema democrático. Publicamos aquí el informe completo.

Análisis de la cobertura realizada por el diario Clarín al proceso electoral durante los días 19, 20, 21, 24 y 25 de octubre de 2011.

Clarín intenta imponer que, como consecuencia de la amplia mayoría lograda por el oficialismo dentro del Parlamento, en Argentina peligra el sistema democrático, o bien, el sistema republicano. Utiliza toda su artillería mediática para construir la nada inocente idea de que el gobierno elegido legal y legítimamente por esta masa heterogénea implica un riesgo al sistema democrático. Confunde en forma deliberada el resultado que para el Congreso arrojaron las urnas, como expresión de la soberanía y la voluntad popular, esencia del sistema republicano, con una supuesta falta de democracia.

Además, la virulencia contra las instituciones de la democracia es llamativa, tal cual queda demostrado por su aparato semántico, recurrente durante el período observado. Los términos y expresiones que Clarín utiliza para calificar al gobierno constitucional son descalificadores: “mafias”, “poder ilimitado”, “imperio”, “pensamiento único”, “partido único”, “prepotencia de poder”, “setentistas, fracasados y violentos”, “colonización mediática”.

El porcentaje de títulos referidos a “las elecciones” fue de un 38,3 por ciento. De las 47 noticias registradas en primeras planas, 18 son referidas al tema observado. De esos 18 titulares 3 son principales, 1 destacado y 14 secundarios. Los principales son “MOVIDA EN LA CGT PARA BUSCARLE SUCESOR A MOYANO” (19 de octubre); “EMPEZÓ LA CUENTA REGRESIVA CON EL CIERRE DE CAMPAÑAS” (20 de octubre) y “CRISTINA 53,80%. POR 4 AÑOS MÁS” (24 de octubre). El destacado fue: “ROTUNDO TRIUNFO DE SCIOLI. LOGRÓ 55,24%” (24 de octubre).

En sus páginas interiores se observaron las secciones Tema del día, El País y Opinión. El tema electoral fue el más relevante en todos los días del período. En las primeras planas los títulos principales remiten al tema observado con excepción del 21 de octubre, ya que se privilegió la noticia del asesinato de Khaddafi. La agenda del diario estuvo ceñida a las elecciones presidenciales, ya sea en forma directa o a través de noticias que refieren a la imagen de los candidatos.

Los actores con mayor presencia fueron Cristina Fernández, Daniel Scioli, Hermes Binner, Ricardo Alfonsín, Mauricio Macri, Hugo Moyano y Elisa Carrió. Con respecto a la selección de fuentes y voces, se observó una marcada tendencia a privilegiar las que son opositoras al gobierno nacional. Otros temas de agenda que tuvieron al kirchnerismo como actor o sujeto fueron los referidos a sospechas de corrupción o a agresiones físicas a otras fuerzas políticas:

“El intendente duhaldista Cariglino denunció que ayer un partidario suyo fue golpeado por kirchneristas” (Nota de tapa, 19 de octubre)

“UN TIRO PARA EL LADO DE LA (IN)JUSTICIA” (Editorial , 19 de octubre)

CARRIÓ: TENEMOS UNA FIESTA DE DINERO” (El País, 20 de octubre)

Se observó, además, una marcada división en la composición del mapa político compuesta por la dicotomía Oficialismo vs. Oposición y un diferenciado tratamiento en el abordaje referido a estos agrupamientos:

“HEGEMONÍA O VERDADERA ALTERNATIVA” (Columna opinión diputada FAP, 21 de octubre)

“Aspiramos a contar con el voto de los ciudadanos que no quieren vivir en un imperio sino en una República” (Declaraciones de Solari Yrigoyen, El País, 19 de octubre)

Los términos asociados al gobierno nacional como “mafias”, “poder ilimitado”, “imperio”, “pensamiento único”, “partido único”, “prepotencia de poder”, “setentistas fracasados y violentos”, “colonización mediática” fueron algunos de los que intentaron construir la imagen de un gobierno que pone en riesgo el sistema democrático.

Vemos que en relación al gobierno nacional estos términos y calificaciones críticas se realizan ya sea a través de la construcción de las noticias o dando voces a declaraciones de la oposición.

“La candidata presidencial de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, comparó ayer al Gobierno de Cristina Kirchner con la mafia” (El País, 19 de octubre)

Estos calificativos y miradas propuestas por el diario hacen hincapié en la construcción de imagen de un gobierno corrupto y autoritario. Observamos que las palabras y la caracterización empleada para referirse al Gobierno nacional son de una impronta negativa que intenta construir la idea de un Gobierno autoritario, el cual no respeta la división de poderes ya que ejerce presión o decide sobre otras fuerzas políticas.

Este tipo de definiciones intenta crear un clima en la arena política de falta de democracia y abuso del poder por parte del Gobierno, propios de los regímenes totalitarios

“DESDE EL CONGRESO, PONER FRENO” (Opinión, 19 de octubre): “Será fundamental que la oposición conforme un gran frente republicano en el Parlamento que defienda con firmeza la libertad de prensa, la independencia de los poderes, el rechazo a cualquier intento de eternización en el poder”.

“El desequilibrio de fuerzas que va a emerger de esta elección establecerá una inédita concentración de poder en manos de Cristina, que se hará extensivo al Congreso” (Opinión, Blanck 21 de octubre)

“SE ABRE UN CICLO INÉDITO DE PODER”(Análisis, van der Kooy, 24 de octubre)

ENFRENTAR LOS RIESGOS DEL DESEQUILIBRIO POLÍTICO” (Opinión, 24 de octubre): “Este desequilibrio es potencialmente peligroso para todos, porque puede empujar a la formación oficialista tanto como a las oposiciones por caminos destructivos”.

“LOS PELIGROS Y DILEMAS DE LA PRESIDENCIA IMPERIAL”. (Opinión, 25 de octubre)

En el tratamiento de las coberturas sobre la interna en la CGT y las elecciones en Malvinas Argentinas, previo a las elecciones, se evidencia esta “acusación” de invasión del Poder Ejecutivo sobre otros poderes, como el Judicial, que marcaría una debilidad en el funcionamiento republicano.

Hubo una tendencia a construir una imagen intolerante de CFK hacia las voces críticas a su gobierno a las que respondería con quitas de apoyo político:

“¿Cómo se sale a confrontar de esa manera con la Presidenta?”, se preguntó el mercantil Armando Cavalieri. Y enseguida se lamentó: “Después ella sale a castigarnos a todos por igual” (El País, 19 de octubre)

“Pero Oyarbide privilegia en el caso Moyano similares intereses que en el escándalo de Sergio Schoklender: intenta siempre sintonizar con las necesidades de los K”. (Opinión, 19 de octubre)

“…pero el kirchnerismo no perdona las traiciones” (El País,21 de octubre)

Un tema recurrente de agenda fue “la concentración de poder”, ya sea por parte del kirchnerismo en el mapa político argentino o también, por parte de la Presidenta dentro del kirchnerismo:

“EL ESCENARIO, SÓLO PARA ELLA, BOUDOU Y LOS PROTAGONISTAS DE LOS AVISOS”. (Opinión, 20 de octubre): “La idea, innovadora respecto del estándar de años de los actos K, fue coherente con el personalismo de una campaña que se concentró en “ella”, la Presidenta, la dueña de los votos…, sin dirigentes en el medio excepto “EL”.

“ELLA, LA FUERZA, LA CAJA, LOS VOTOS Y EL TRIUNFO QUE ESTA VEZ NADIE LE REGALÓ” (Opinión, 24 de octubre):“Cristina comanda un gobierno egocéntrico, autorreferencial y encapsulado. A su alrededor no florecen figuras de peso, porque serían una amenaza al sistema de poder concentrado en una persona”; “Cristinismo, una tribu heterogénea”; “Para esos escuadrones del oscurantismo iluminado, la tolerancia se entiende como debilidad y el debate es una caricatura”.

Esta valoración que hace Clarín del gobierno se ve reforzada en las ediciones posteriores al 23 de octubre, ya que la obtención de la mayoría es para el medio una peligrosa tendencia hegemónica que pone en riesgo el sistema democrático:

Carrió llamó a resistir desde el Congreso: ya no va a liderar la oposición sino, un grupo de resistencia al régimen de Cristina Kirchner, dijo ante un escaso público” (Tema del día, 24 de octubre)

“LA ERA KIRCHNER. DEL 22% DE NÉSTOR A LA ACUMULACIÓN DE PODER DE CRISTINA”. (Tema del día, 24 de octubre)

“CLAROSCUROS DE LO QUE VENDRÁ” (Opinión, 25 de octubre): “La inédita hegemonía alcanzada por el oficialismo despierta inquietudes, pero queda abierta la posibilidad de que el sistema político adquiera una dinámica centrada en el respeto de la disidencia y en el debate de ideas”.

En ese marco, el matutino buscó instalar la necesidad de surgimiento de un candidato opositor que esté en condiciones de disputarle el poder al kirchnerismo para el año 2015. Además, procuró construir una marcada diferenciación entre Néstor y Cristina dentro del movimiento kirchnerista, mostrando al primero como el mentor de dicho espacio y a la segunda como la líder de una fuerza dentro del mismo:

LA LEALTAD A PERÓN Y A EVITA ES DEFENDER A LOS TRABAJADORES(El País, 19 de octubre): “Sobresalían las imágenes de Néstor Kirchner, una entre medio de los dos Moyano. La ausencia de Cristina se advirtió en la iconografía y en los discursos. El líder de la CGT no pidió el voto para ella”; “para nosotros hay tres grandes en la historia: Perón, Evita y Néstor Kirchner”.

También se intentó crear un clima de desconcierto en cuanto a lo económico y lo político. Abundaron las notas o entrevistas que predecían escenarios inciertos, o un aumento del desempleo y una baja en el crecimiento de la economía, para transmitir que lo que vendrá es inseguro y desfavorable para la sociedad.

Por último, se remarca la falta de pluralidad de fuentes y su carácter unilateral. No se encontraron voces o fuentes oficiales entrevistadas por Clarín. Las pocas fuentes del gobierno nacional son tomadas del boletín oficial, declaraciones públicas o de entrevistas realizadas por otros medios periodísticos. También se observó una marcada tendencia a citar fuentes no verificables cuando se hacen afirmaciones que comprometen la imagen del gobierno.

Claramente, el diario intenta imponer que, como consecuencia de la amplia mayoría lograda por el oficialismo dentro del Parlamento, en Argentina peligra el sistema democrático o bien, el sistema republicano.

Si bien es indiscutible que los regímenes de las democracias representativas deben garantizar la pluralidad de fuerzas y de voces, y que cuantas más fuerzas políticas coexisten en un Parlamento más representadas estarán las minorías lo que implicaría una mayor heterogeneidad política y un probable equilibrio en las relaciones de fuerzas, lo cierto es que el domingo en la Argentina el electorado resolvió que a partir del 10 de diciembre esto no suceda.

Clarín podría preguntarse por qué el electorado se inclinó de tal manera, pregunta que lo llevaría hacia un interesante acercamiento al desconocido aunque hartamente interpretado pueblo al que se dirige diariamente. Sin embargo, opta por la manipulación, por apuntar toda su artillería mediática para construir la nada inocente idea de que en Argentina el gobierno elegido legal y legítimamente por esta masa heterogénea implica un riesgo al sistema democrático al mejor estilo de “la dictadura chavista elegida por el pueblo venezolano”, tantas veces presagiada desde sus páginas.

Clarín confunde, en forma deliberada, el resultado de las urnas de cara a la integración del Congreso Nacional con una supuesta falta de democracia.


Fuente: www.redobservatorios.org.ar

26 de octubre de 2011

“Judy Garland en el Carnegie Hall” acaba de cumplir 50 años


Un concierto electrizante e inolvidable

El álbum doble que se ha convertido en mito logró vender un millón de copias, todo un récord para la época. El 23 de abril de 1961, Judy Garland debutó en el Carnegie Hall de Nueva York como culminación de una gira de conciertos que había durado seis semanas en catorce ciudades. La ex niña prodigio de voz caudalosa, que había trabajado en veintiocho filmes musicales de la MGM entre 1935 y 1950, ahora tenía 39 años y un aspecto algo matronil. Cuando la Metro la despidió sin contemplaciones debido a sus habituales impuntualidades y a sus reiterados incumplimientos, Judy se concentró en sus presentaciones en vivo, intentó una rentrée cinematográfica con “Nace una estrella” (1954) que no prosperó (aunque fue candidata al Oscar), y se casó con el empresario Sid Luft, un hombre que se encargó desde entonces de administrar su carrera y su dinero.

Pero sospechando que Luft la estafaba, Judy se asoció con Freddie Fields y dio por terminado su matrimonio. La nueva etapa comprendía giras, discos y películas, una agenda agotadora que ella cumpliría puntualmente

El Carnegie Hall era su gran oportunidad de demostrar su vigencia ante el público y sobre todo su confiabilidad, porque el sistema de alcohol, pastillas y tabaco que configuraban su dieta estaba haciendo mella en su físico, aunque milagrosamente no había dañado su voz, que se mostraba más poderosa que nunca.

El contacto de Judy con su público era a su vez muy especial, porque la gente le demostraba su afecto y su adhesión sin límites, en un romance que combinaba fanatismo y amor por partes iguales. Ella a su vez se prodigaba hasta el límite de sus fuerzas, aprovechando su dominio del escenario, su entrenamiento para el baile y un carisma personal que no se enseña ni se aprende porque se lleva adentro como parte del carácter y como algo innato que en ella surtía un efecto mágico y devastador, lo que hacía delirar a la gente y seguirla dondequiera que ella fuese.

La cita en el Carnegie Hall, entonces, se hacía ineludible. Su repertorio melódico era ya bien conocido, porque Judy prefería aferrarse a sus viejos éxitos antes que encarar nuevos temas que le producían inseguridad. Las canciones de sus películas eran las más recurridas y de cualquier modo el público siempre se las reclamaba a gritos. Con sala repleta y llena de celebridades de Hollywood, de Broadway y hasta de la política, la orquesta dirigida por Mort Lindsay arrancó su obertura con “The Man that Got Away”, “The Trolley Song” y “Over the Rainbow”, tres temas indisolublemente ligados a Judy Garland y que pertenecen a sus películas más famosas: “Nace una estrella”, “La rueda de la fortuna” y “El mago de Oz”.

*Nace una leyenda. Una ovación interminable recibe a la figura de la noche, cuyo primer tema es “When You're Smiling”, donde no deja dudas sobre su estado físico: está en muy buena forma, ha rebajado unos quilos, se mueve por todo el escenario con el micrófono en la mano y su caudal de voz es tan generoso como vibrante. El público delira.

Judy podía saltar de una balada romántica (“Almost Like Being In Love” o “Do It Again”) a temas con mucho “swing” (“You Go to My Head” o “Puttin' On the Ritz”) y en todo ello ponía la misma energía y pasión, tanto cuando mostraba una intensa emoción (“Alone Together”) como cuando pasaba a la delicada fragilidad de “How Long Has This Been Going On?”.

Su instinto musical era enorme, su manejo de los tiempos y los tonos era perfecto, su entendimiento con la orquesta denotaba un cuidadoso ensayo previo pero también alguna improvisación que sin embargo estaba estudiada. Como su voz era versátil y permitía varios tonos y modulaciones, parecía que su canto era natural, espontáneo, que no requería mayor esfuerzo.

Nada de eso. En cada canción dejaba la vida, y luego de “The Man that Got Away”, donde se cuenta una historia de amor desgarradora (The night is bitter / The stars have lost their glitter / The winds grow colder / And suddenly you're older / And all because of the man that got away…”) no era extraño que las lágrimas corrieran por el rostro de los espectadores. No en balde Harold Arlen fue su compositor favorito. Y la letra es nada menos que de Ira Gershwin.

Y para terminar una primera parte ya de por sí inolvidable, se manda un chiste: “Nunca me voy a olvidar de… Jeanette MacDonald! Solamente pensar en ella me hace trizas el corazón… Nunca olvidaré cómo la brava Jeanette se paraba frente a las ruinas y ¡cantaba!”. Por supuesto que la canción es del filme “San Francisco”, que entre risas y aplausos hace bajar el telón con sensación de triunfo. “Ahora voy a cambiarme, pero no puedo esperar para volver a verlos a ustedes, gente maravillosa!”.

*El culto Garland. En la segunda parte, Judy aparece de ballerinas, pantalones negros ajustados y una blusa suelta estampada que disimula su voluminoso busto. Todavía quedan catorce canciones más que arrancan con “That's Entertainment!”, el nuevo himno del “showbiz”, donde se da el lujo de bailar ágilmente, provocando otra ovación. Y eso porque no se animó a entonar el clásico “There's No Business Like Show Business”, vinculado a la gran Ethel Merman, posiblemente porque le traía el mal recuerdo de “Annie Get Your Gun”, película de la que había sido despedida de la MGM en 1950.

Después de ese desgaste, entona brillantemente “I Can't Give You Anything But Love”, con una delicadeza conmovedora. Y luego de otros temas igualmente notables se encuentra con “Zing, Went the Strings of My Heart”, una canción particularmente emotiva porque fue la que utilizó para su prueba de admisión en la MGM en 1935, con apenas doce años de edad.

Seguidamente, uno de los grandes momentos de la noche, “Stormy Weather”, entonado con tal sentimiento que cada palabra retumba en medio del silencio de la sala: “Can't go on / Everything I had is gone / Stormy weather /Since my man and I ain't together / Keeps raining all the time…”. La voz es límpida, el vibrato resonante, y la emoción está a flor de piel. Eso es lo que define a una intérprete, que es algo más que una mera cantante. El “decir” importa tanto como la musicalidad, y Judy es justamente eso. Principalmente eso.

Ahora parece que se acerca el final, porque llega el medley con sus temas clásicos “You Made Me Love You”, “For Me and My Gal” y “The Trolley Song”. El primero era un arreglo de Roger Edens que ella le había cantado a Clark Gable en ocasión de su cumpleaños en 1937 y que después se incluyó en “La melodía de Broadway de 1938” frente a la foto del ídolo. Al respecto, su amigo Mickey Rooney había ironizado diciendo que Garland lloraba sentada en las rodillas de Gable, no se sabía si por la emoción o por el mal aliento del actor, que todos sufrían.

Comienzan los “bises” con “Rock-A-Bye Your Baby (With a Dixie Melody)”, un tema que cantaba Al Jolson y que ella hace propio con resonante ritmo. Y por supuesto “Over the Rainbow”, sentada como siempre al borde del escenario, con un único foco sobre ella y con las lágrimas corriéndole por las mejillas. “If happy little bluebirds / Fly beyond the rainbow / Why, oh why can't I?”. Esas lágrimas son auténticas, no fingidas. Es “su” canción con la que usualmente se despide. Pero no la dejan irse. “Las cantaré todas, ¡nos quedaremos aquí toda la noche!”, advierte.

Cuando entona “Swanee” el agudo final se prolonga varios segundos, y la audiencia se enloquece y sigue pidiendo más. “After You've Gone” y “Chicago” cierran la noche, aunque ella no parece agotada. Han sido dos horas, pero nadie quiere irse.

Un espectador lo relataba así: “Todos los asistentes, en vez de ponerse de pie e irse, corrieron hacia las candilejas con los brazos en alto gritando 'Judy!, Judy!' y ella tocaba tantas manos como podía. (…) Rock Hudson alzó a Joey, Lorna y Liza, que estaban en primera fila, y los hizo subir al escenario. El público no quería regresar a las butacas y se sentó en los pasillos, en medio de la emoción, el griterío y el delirio. Simplemente estaban ahí sentados juntos, bañados en sudor pero felices…”. Era el “culto Garland” en toda su elocuencia.

Luego vendría, en 1963, su ciclo televisivo de apenas un año, donde invitó a muchos amigos un año después de haber hecho un especial en el que participaron Dean Martin y Frank Sinatra, y donde se desempeñó con absoluta profesionalidad. Pero no fue un éxito, tal vez porque, como ella misma opinó, la CBS la puso a competir con “La Ponderosa” (refiriéndose a la serie “Bonanza”, que era un éxito y salía a la misma hora).

Es que la verdadera comunión con la gente se producía solamente en sus espectáculos en vivo, que siguió haciendo hasta su temprana muerte en 1969, a los 47 años. Nadie sabía cómo resistía ese trajín con su salud cada vez más precaria.

Quizá la única explicación sea el amor que le prodigaba aquel público sin retaceos, ostensiblemente. Sólo ese amor pudo mantenerla viva durante los siguientes ocho años.

Jaime E. Costa


Publicada originalmente en el semanario "Búsqueda", Montevideo, Uruguay, el 27/10/11


25 de octubre de 2011

La Selección Nacional le dice Presidenta


Por José Pablo Feinmann

Sé que muchos lo notaron. Que muchos lo saben. Pero no se atreven a confesárselo. Las hipótesis arriesgadas duelen. Les duelen a los militantes de puro corazón porque se enamoran de sus líderes. Les duelen a los intelectuales porque tienen miedo de decirlas y ser rechazados. O estar lejos de la verdad. Les duelen a los tibios porque no quieren arriesgarse. Pero hay que decirlas. Sobre todo si uno cree en ellas. Mi certeza es ésta: Cristina Fernández de Kirchner, el día de la muerte de su compañero, cuando llegó a la Casa Rosada, pálida, con anteojos negros, cuando se puso presidiendo el acto de la despedida final, ahí, al frente del cajón, cuando apenas, muy levemente, elevó su mandíbula y buscó con su mirada la mirada de la gente, y la encontró, encontró mucha gente y muchas miradas que la miraban con fe, con esperanza, con devoción, pudo elegir dos caminos. Todos sabemos que lo que define al ser humano es su posibilidad. Que no es una piedra, una raíz, un ladrillo, una montaña. Que no es realidad, es posibilidad. Y ésa es la fuente de su grandeza y también la de su angustia. La de vivir eligiendo. Jugándose entre una posibilidad y la otra. Y en cada una que elige se elige a sí misma. Somos, entonces, la suma de todas las posibilidades que hemos asumido en el pasado. Pero en el presente somos una posibilidad que tenemos que elegir y aún no hemos elegido. Eso nos diferencia de las cosas. Las cosas son, para siempre, lo que son. Los seres humanos nunca son algo, definitivamente algo. Cuando lo son se han cosificado. Cristina Fernández, esa tarde, frente al ataúd de su compañero se abrazó a su posibilidad: voy a ser como a él le hubiera gustado que fuera, voy a ser como el país me necesita. Voy a ser como yo quiero y necesito ser si quiero seguir viva. Esta posibilidad eligió. La hizo suya. Ahí nació Cristina. Tolerando su dolor, pero no ocultándolo. Diciéndoles a todos: no confundan mi dolor con debilidad. Tuvo que ser más que nunca la Presidenta del país. Porque tuvo que serlo sola. Sin su compañero. Pudo haber elegido otra posibilidad. La de quebrarse. La de ser la mujer débil, exhibirse como tal y renunciar a los pocos meses. La frase habría sido: “No puedo tolerar su pérdida. El dolor me impide gobernar”. No, la frase fue la contraria: “No puedo tolerar su pérdida. Pero el dolor no me impide gobernar. Voy a seguir adelante. Sin él. Con él, espiritualmente, a mi lado. Pero a no engañarse: sola. Ya no lo tendré en mi lado. El único que me tocaba ya no me tocará más. Algo se desgarró en mí. Pero una fuerza nueva. Que yo, una mujer fuerte, desconocía. La de ser fuerte sin amor, la de ser fuerte en soledad, la de ser fuerte sin un hombre como Néstor a mi lado. Esto fue nuevo. Tuve que aprenderlo y lo aprendí. Durante ese aprendizaje fui creciendo. Me superé a mí misma. Fui más allá de lo que jamás había pensado ir. Hasta que descubrí algo inesperado, súbito (porque se apoderó de mí como una revelación cuasi sacra): seguía amando a Néstor, sufriendo por su ausencia, llorándola, pero yo era yo, caminaba sola, decidía, ordenaba, pensaba, tomaba entre mis manos (cada vez más férreas, más sólidas y seguras) la conducción de todo el aparato peronista, cada vez me sentía más querida, cada vez era capaz de dar más amor, de ser más tierna, más dulce. El día de tu velatorio muchos me abrazaron pero a muchos más abracé yo. Se acabó el mito de mi frialdad. Que para vos nunca existió, porque me conocías bien y conocías ese ardor que despertabas. Pero que empezó a existir para los otros. ¡A cuántos estreché entre mis brazos ese día! Y descubrí algo: me gustó más todavía que ellos me abrazaran. Sí, existe el calor y existe el amor del pueblo. Y seguí. Y a veces sentí que estar tan fuerte, tan suelta, que hablar tan segura y hasta alegre sin que vos estuvieras conmigo era como agraviarte. Pero no. Era un homenaje que te hacía. Aquí estoy, Néstor. Hago todo esto porque quiero mantener vivo tu recuerdo y si –por una de ésas– me ves te sientas orgullosa de mí.”

Se podrán decir muchas cosas. Pero la heroína de este triunfo electoral contundente es –ante todo– Cristina Fernández. A partir de la muerte de Néstor hizo una nueva y espectacular re-creación de sí misma. No le faltó fuerza para frenar a la CGT, fue una estadista brillante en el campo internacional, siguió su enfrentamiento con los medios que la agreden, que la insultan, condujo internamente todas sus fuerzas partidarias, le habló claramente a todo el país siempre que hizo falta, promulgó medidas sociales importantísimas, pronunció discursos impecables: con perfecta dicción, con voz clara, sin leer ni siquiera un miserable machete, demostró una inteligencia infinitamente superior a sus tristes rivales, y, para colmo, cada día se la vio más linda. (Créame, Presidenta: el país, a usted, la ama.) Un fenómeno que se refleja ahora –coherentemente– en las cifras electorales. ¿Fue por la muerte de Néstor? Miren, no hay futbolero que no lo sepa: equipo que se queda con diez jugadores gana el partido. Claro que a mí me gustaría que Néstor estuviera en la cancha. Pero la Huesuda, que decide quién sigue jugando y quién no, quién se queda en la cancha y quién se va a la ducha, a Néstor le mostró la roja. Qué vamos a hacer. Pero a partir de ahí, el equipo –con Cristina al frente, que se puso en seguida la cinta de capitana– remontó fenomenalmente y tuvo a los rivales en un arco hasta ganar por goleada. Ahora, lo que sigue. Y lo que sigue es tan arduo. Hay tantos intereses de tantos miserables por tocar que si no se sigue ganando por goleada, difícil. Pero que nadie se alarme: en el equipo nacional hay de todo. Delanteros, defensores, wines habilidosos, arqueros con reflejos electrizantes capaces de volar hasta la luna. Y un DT que se las sabe todas. Asómbrese: es mujer. Y los de la Selección la respetan tanto que le dicen Presidenta.


Publicado originalmente en el diario Página/12 el lunes 24 de octubre de 2011